En nuestro último post, expuse mi reflexión sobre una frase que me había sorprendido:

- El concepto de visión está muerto.

En él, hable de las 3 confusiones que yo creo que han dado pie a esta afirmación, que también he percibido en el trabajo con algunos de mis clientes:

  1. La mirada corta del concepto de visión.
  2. El uso limitado de la visión.
  3. La confusión entre visión y ambición de una organización.

Podéis leer el post completo aquí.

 

Creí oportuno introducir los conceptos de ego y alma para entendernos como individuos y también para entender a nuestras organizaciones y superar la tercera de las confusiones: la que se da entre visión y ambición. Para acabar, propuse reflexionar sobre cómo se relacionan el ego y el alma en nuestras organizaciones y cómo pueden mejorar nuestra visión y hacer que impregne nuestras decisiones y nuestras acciones. Hoy profundizaré sobre estos conceptos y defenderé el valor de la visión.

 

¿Cómo se relacionan el ego y el alma con mi organización?

 

- Ego de la organización: Podemos definir el ego como aquello constituido por los inversores y por los propietarios, cuya preocupación está en la subsistencia, en el rendimiento financiero y en el retorno de la inversión. Esto se refleja en la ambición de la organización y de sus miembros en términos de estatus y de nivel de desempeño.

- Alma de la organización: Es el valor que ofrece a sus clientes, a sus empleados y al entorno físico y social en el que se desenvuelve. Este valor está creado por la visión de la organización y la contribución única y distintiva de su misión y de la sus miembros con respecto a los sistemas de su alrededor.

El desempeño óptimo de una organización aparece cuando hay un equilibrio entre las dos partes y el ego está al servicio del alma. Cuando “vendemos nuestra alma por los beneficios del ego”, puede que tengamos éxito a corto plazo, pero estamos comprando entradas para una crisis a largo plazo.

 

¿Cómo puedo descubrir y definir un equilibrio entre el alma y el ego de mi organización?

 

Las preguntas principales con respecto al alma están ligadas a la visión y a la misión de la organización:

Visión:

1.- ¿Qué mundo quiere crear mi organización a través de ella, pero que va más allá de ella?

2.-¿Qué beneficios y contribuciones obtienen los clientes, la sociedad y el medio ambiente a través de la organización?

Misión:

1.-¿Cuál es la contribución única y diferencial de la organización para hacer que esta visión se alcance?

2.-¿Cuáles son los recursos especiales, las capacidades y acciones que mi organización va a desarrollar, movilizar y aplicar para alcanzar la visión?

 

Las preguntas principales con respecto al ego son las que están ligadas a la ambición y al rol de la organización:

Ambición:

¿Qué tipo de estatus y desempeño quiero que alcance mi organización con respecto a mis inversores y competidores?

Rol:

¿Qué tipo de organización necesitamos ser para conseguir el estatus y el nivel de desempeño que queremos alcanzar?

 

Las motivaciones más potentes son aquellas que combinan y alinean la visión, la misión, la ambición y el rol.

¿Qué indicadores me avisan de que hay un desequilibrio entre la ambición y la visión?

  • Cuando la visión empieza con las palabras: “Ser referentes en….”. Demuestra que estamos poniendo la ambición por delante de todo lo demás.
  • Una toma de decisiones a corto plazo, como reacción a las circunstancias del presente más inmediato y con poca conciencia del impacto en el sistema en el que se desenvuelve la organización (despidos masivos por unos malos resultados como primera opción, engaño a las agencias reguladoras y al cliente, prácticas ilegales, etc.)
  • El aislamiento de los departamentos de la organización, al estar centrados exclusivamente en sus objetivos, parciales. Y, por tanto, se da muy poca colaboración.
  • Un bajo nivel de compromiso de los colaboradores con la organización y con sus objetivos (baja toma de responsabilidad, baja proactividad, baja creatividad, etc.)
  • Un alto nivel de estrés de la dirección por cumplir minuto a minuto sus objetivos, que se traduce en una modalidad autoritaria de liderazgo que no favorece un mejor desempeño.

¿Cuáles son algunos beneficios de resucitar el concepto y el uso intensivo de la visión?

Una compañía que persigue una ambición sostenida por una visión poderosa y la usa, la práctica y la hace presente en su día a día se asegura los siguientes beneficios:

  • Disponer de un marco claro y útil para la toma de las decisiones estratégicas y también del día a día: ¿Esta propuesta que estamos pensando encaja en nuestra manera de ver el mundo o solo busca beneficios de la cuenta de resultados?
  • Cada profesional sabe cuál es el sentido último, o la visión, de su contribución a la compañía, y por ello puede reconocer su aportación y sentir el valor de su trabajo.
  • La proactividad se convierte en uno de los valores y motores del día a día. Si conocemos el marco en el que nos movemos y escogemos estar en nuestra empresa (no escoger es escoger), podemos proponer y aportar.
  • Una visión en acción, que esté presente en el día a día, sumada a darle sentido a mi trabajo, aumenta exponencialmente el nivel de motivación de los profesionales de la organización.
  • El mercado y los diferentes sistemas en los que sirve la organización la perciben como un contribuidor al desarrollo y al bienestar y no solo un “aprovechador” del sistema para su propio beneficio.

¿Qué más beneficios creéis que aparecen cuando una organización convive con una visión inspiradora alineada con una ambición saludable?

¿Qué más reflexiones pueden servir para sostener el equilibrio?

Muchas gracias por tu tiempo.